miércoles, 22 de septiembre de 2010

Elecciones

El domingo se realizaron las elecciones aquí en Suecia. Elegimos nuestros representantes para el parlamento, los consejos provinciales y los consejos municipales. Lastimosamente, dos de cosas pasaron: la derecha liderada por el primer ministro Fredrik Reinfeldt fue reeligida, y además el partido ultra-derecha y racista Sverigedemokraterna entró por primera vez al parlamento sueco.

Por el momento no sabemos cuánta influencia tendrá este partido sobre las decisiones políticas; ninguno de los otros partido se declara dispuesto a negociar con ellos. Sin embargo, el hecho de que esta gente entró significa que ya tiene un foro para hablar de su política. También significa que tiene derecho al apoyo económico que se da a todos los partidos representados en el parlamento, lo cual seguramente será utilizado para fortalezer su organización.

Las últimas semanas he estado ocupada haciendo campaña aquí en mi comuna para mi partido, el partido socialdemócrata. Aquí la derecha gobierna desde hace 30 años y lamentablemente, sigue gobernando también después de estas elecciones. La verdad es que eso no fue tan sorprendente, pero sí estaba esperanzada de que tal vez íbamos a ganar al nivel nacional.

lunes, 13 de septiembre de 2010

La mano, la costumbre y la naturaleza

Algo que parece "venir incluído" cuando te vuelves padre, son los consejos. Pedidos, no pedidos, útiles, mal intencionados, contradictorios, indispensables... Te llegan de todo. Para mi, muchas veces han sido consejos que me sirven. Otras veces simplemente no comparto las idéas de la persona que me aconseja o no me gustan los consejos, pero lo que más me molesta es cuando esa persona me ve con una cara de superioridad, como si estuviera diciendo (o incluso me dice): "aunque no me creas ahora, luego me darás la razón porque tengo cuatro hijos y sé de esto". Como si todos los niños (y padres) fueran iguales. Como si sólo hubiera una manera de cuidar y educar a un niño.

Una de las ideas que no comparto es ésa de que a un niño "no es bueno que le acostumbres a la mano". Me dio chiste la primera vez que lo oí. Después entendí que eso era una expresión. Acostumbrarle a la mano.

Les voy a decir que pienso sobre eso: "acostumbrarle a la mano" está mal dicho. Es al revés. Los niños nacen queriendo estar con los grandes. Es un instinto inato en ellos, porque para un bebé no hay cosa más peligrosa que estar sólo. No dudo de que se puede desacostumbrarle de la mano a un niño; porque los niños lastimosamente al final se acostumbran a cualquier cosa. La pregunta es a qué costo.

Pocos animales nacen tan vulnerables como el ser humano. Somos frágiles y necesitamos la protección de otros. Pónganse a comparar con casi cualquier otro mamífero -el caballo, el perro, la vaca- sus crías caminan en cuestión de horas mientras el humano tarda al rededor de un año. El cerebro humano, de la misma manera, no está "completo" al nacer, pero esa falta tiene una gran ventaja: tenemos un cerebro muy flexible (o "plástico" como se dice con un término psicológico) y podemos llegar a aprender muchísimo más que cualquier otro animal. El cerebro, de esta manera, nos da la oportunidad de crecer, adaptarnos y funcionar en ambientes muy diferentes. La desventaja es, como ya mencioné, que al principio (y por mucho tiempo) somos muy dependientes de nuestros padres o quienes nos cuidan.

Por más que vivimos en una sociedad moderna con todas las comodidades que eso conlleva, la biología del ser humano no ha cambiado mucho desde que éramos nómadas y el mundo estaba lleno de animales predadores y otros peligros. El bebé que se quedaba tranquilito y sin chillar si los papás le dejaban sólo, corría gran riesgo de morir. La única manera de garantizar su sobrevivencia era estar siempre con los grandes. Y la única manera de conseguir eso para un bebé que no gatea ni camina es: llorar. Por lo tanto, la evolución ha premiado este tipo de comportamiento. Es algo que viene naturalmente.

La cosa es lo siguiente: el bebé recién nacido no sabe que cuando la mamá le deja en la cunita, está en un lugar muy seguro. Para el bebé el mundo está grande y lleno de peligros; un bebé de hoy, en ese sentido, no se diferencia de los bebés de los primeros humanos. Justamente por eso insisto en que no se trata de acostumbrarle a que esté con los grandes.

Si yo le dejo a mi niña llorando en la cuna, ella si sentirá abandonada. Todavía no puede consolarse ella sóla, para eso ella le necesita a una persona grande, a mí, a su papá o a los abuelitos. No le gusta estar sóla por más que ratitos, lo cual obviamente es poco práctico. Claro que fuera más cómodo si ella se quedara horas solita, contenta. Pero los bebés no son así, y no lloran porque "son malcriados" o porque los papás "mucho les han acostumbrado a la mano".

No me hago la santa, yo también me siento limitada y frustrada a veces por el hecho de que mi bebé quiere estar conmigo cuando quiero o necesito hacer otras cosas. Evidentemente, ella nos impide de hacer muchas cosas, tanto a mi como a su papá. A veces le tengo que dejar solita aunque ella no quiere, porque necesito cocinar, ducharme o hacer cualquier otra cosa. Pero la diferencia es que no le dejo sóla con la idea de que "es bueno" o que lo debo hacer para que no se haga malcriada. Y sí creo que es una diferencia importante.